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Santiagueño soy señores, de vago tengo la fama
eso no me gusta nada, la cuestión quiero aclararla.
Si una vez cruzo los brazos, compañero no confunda
porque el trabajo en mi pago, precisamente no abunda.
Y otros tiempos ya me han visto, hacha en mano revoleando
allá hundido en los obrajes, a los quebrachos volteando.
Y DIRÁN QUE SOY TRANQUILO
QUE HAGO VIDA PEREZOSA
Y NO HA'I SER QUE POR RASCARME
TENGO LAS MANOS CALLOSAS.
Si nos vamos para el norte, cruzando los quebrachales
con mis paisanos trabajo, medio los algodonales.
Tal vez en tiempos que vengan, con un poquitito 'i suerte
trabajando y cosechando, allá me encuentre la muerte.
El trabajo de mis manos, haga florecer mi tierra
y perfumen los cielos, las cosechas santiagueñas.
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Vuelve la vida en aromas, nube de flor en la siesta
da brillo y vida a la orquesta, que entienden un mismo idioma
mientras despacito asoman, los pájaros a la fiesta.
Sintiendo en brisas el canto, del monte agreste y el río
silencio y palabrerío que mezclan risas y llantos
cual lamento de quebranto se estremece el rancherío.
Jugando con el sachayoj, en abras de la espesura
un paisano y su bravura queriendo ensillar la muerte
echan a rodar su suerte, sin miedo a la sepultura.
AY! QUERENCIA DE MIS AÑOS
ACECHADOS POR EL TIEMPO
REMANSO QUE LLEVA EL VIENTO
QUIMERA, SUEÑOS DE ANTAÑO
CHACARERA SOY HERMANO
DE UN PAGO QUE ADENTRO SIENTO.
Soledades y distancias, vacilando al caminante
se dibuja en su semblante ilusión en abundancia
desconcierta la fragancia, de las leguas por delante.
Cae la lluvia y besa al hombre, alivio pa' las sequías
no descansa en su porfía, pone el pecho y no se esconde
con la frente le responde al dios de la lejanía.
Amanecido en desvelo, hacha en mano compañera
cuando aprieta las espuelas y su zaino busca el cielo
acariciando el anhelo, grita el duende de sus penas.
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